Nosotros llegamos en el 2020 a Tikapata, en un año de virtualidad en el que mi familia se sintió muy sostenida por la increíble sabiduría de lxs coordinadores y acompañantes, que mantuvieron la comunicación abierta y fluida en todo momento, lo que nos permitió conocernos bien, a pesar de la distancia física. Más de dos años después, puedo decir que Tikapata es una gran comunidad, que le ha aportado a nuestro hijo de muchas herramientas, que lo hacen feliz y le permiten explorar el mundo a su manera. Mi familia eligió esta escuela por sus aulas abiertas, rodeadas de naturaleza y montañas, por el espíritu libre que esto representaba para nosotros. Descubrimos que, más allá del espacio físico, es lo que cada niño de Tikapata se lleva consigo, autonomía, autoconocimiento, crecimiento emocional.